¿Cáncer? “Por fin sé contra qué voy a luchar”

Esta es la historia del océano de sentimientos que afloraron en Mónica Martos Hidalgo en el momento en el que leyó el diagnóstico de su enfermedad y cómo consiguió vencerla con la ayuda de familiares, amistades y ….

Tenemos un problema….

El viernes 11 de septiembre de 2020 Mónica Martos Hidalgo abre la carta y lee su diagnóstico… y su primera llamada fue para el gerente de su empresa, para decirle “Tenemos un problema, a partir del lunes no podré ir a trabajar”.  Lo que leyó Mónica fue Carcinoma de Cavum, un tumor maligno que se localiza por detrás de las fosas nasales y que por estadística es más propio de varones con 60 años y fumadores…, Mónica es mujer, 33 años y no fumadora, lo que de entrada ya nos está indicando que el cáncer no entiende de estadísticas y nos puede afectar a cualquiera de nosotros/as.

 

Voy a ser una superviviente

Después de padecer episodios cada vez más frecuentes de dolores de cabeza, insomnios, no respirar bien, cuello rígido, sensación de que sus ojos se salían de sus órbitas, paralización de las mandíbulas, pérdidas de audición o cansancios inexplicables, con sus respectivos peregrinajes a las consultas médicas y colección de diagnósticos erróneos, leer en esa carta “carcinoma” supuso, sorprendentemente, para Mónica un alivio, ya que por fin “sé contra qué voy a luchar” y “voy a ser una superviviente”.

 

Y de repente afloró un océano de sentimientos

Pero afrontar esa guerra no era tarea fácil, se empieza de inmediato con la biopsia y decenas de tratamientos de radioterapia y quimioterapia con sus respectivos efectos secundarios como son la pérdida total de pelo o la disminución de la eficacia de su sistema inmunitario, por lo que cualquier infección podría ser mortal para ella y, recordemos, en esas fechas estábamos en plena pandemia de COVID-19…, y lo “cogió”, ingresando durante 15 días en una planta Covid por una embolia pulmonar, un ingreso que sufrió en soledad y viendo cómo iba falleciendo la gente a su alrededor.

Y aunque Mónica tenía muy claro que el cáncer mata (lo sabía de sobra, su abuelo falleció por esa enfermedad), su determinación desde el primer día fue la de “voy a luchar contra él porque me voy a curar”. Pero esa lucha diaria también venía acompañada de sus incertidumbres ¡no quiero morir!, ¿podré ser mamá?, estoy de baja laboral…, ¿mi empresa me esperará?

Y una de las fórmulas que utilizó para combatir esas incertidumbres (y que igualmente aconseja para otras personas que también padezcan cáncer) es la de NORMALIZAR la enfermedad, ya que simplemente es una enfermedad más y se puede superar, por consiguiente, no centres tu vida en torno al cáncer, apúntate a hobbies (por ejemplo, ella hizo un curso de maquillaje y deporte) pero también era necesaria otra ayuda que no dependía directamente de ella y eran precisamente los apoyos emocionales que le transmitieron su familia y amistades.

¿Familia? Se sintió arropada hasta lo inimaginable, por ejemplo, su prometido Juanjo, que trabajaba habitualmente fuera de Almería, dejó su empleo para estar permanentemente con ella. ¿Amistades? El Árbol de Navidad que le regalaron sus compañeros/as de empresa, con los respectivos mensajes de las tarjetas que lo acompañaban (¡qué subidón de ánimo!) o el día en que fueron por sorpresa a felicitarle por su cumpleaños a las 07,00 de la mañana (hora oficial de entrada a la empresa) frente a su casa con todos los coches de la empresa haciendo sonar sus bocinas en la calle (recordemos, época de Covid, por tanto, no abrazos) tenían en su conjunto más efectos positivos que todas las sesiones de radioterapia y quimioterapia juntas.

 

Pero también otros consejos por parte de Mónica: no hagas que la persona recuerde constantemente que tiene cáncer, él/ella ya lo sabe de sobra porque todos los días se ve sin pelo en el espejo y eso te lleva a la realidad de inmediato, por lo que no hace falta que le digas “no te preocupes, el pelo te volverá a crecer”, ten cuidado con ese tipo de miradas que parecen decir “pobre, tiene cáncer” o no llames todos los días preguntando ¿cómo te sientes hoy?, aunque también es mucho peor no llamar por no molestar… y nunca llores delante de él o ella, ya que sin querer parece que le estás diciendo ¡vas a morir y no puedo hacer nada!

¿De qué hablar o hacer con él/ella? De planes de futuro, de anécdotas del día a día o de cualquier tema que hablarías con esa persona si no tuviera esa enfermedad, en definitiva, ayúdale a NORMALIZAR su enfermedad…, y también Mónica tuvo otra amiga.

 

La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC)

La AECC es una compañera de viaje que también te ayuda a normalizar tu cáncer, ya que desde el primer minuto te llaman y te ofrecen todos sus recursos disponibles como son una peluca, orientación médica y de enfermería o apoyo psicológico, siendo especialmente relevante para Mónica el soporte emocional que recibió por parte de su Psicóloga quién, entre entras cosas, contribuyó, conjuntamente con su familia y amistades, a que volviese a tener esperanza, ilusión y muchos planes de futuro.

La AECC es una organización sin ánimo de lucro formada por pacientes, familiares, voluntarios, colaboradores y profesionales que trabajan para educar en salud, apoyar y acompañar a las personas enfermas y a sus familias, así como a financiar proyectos de investigación que permitan mejoras tanto en sus diagnósticos como en los tratamientos del cáncer, además de continuar apoyándote después de finalizar los tratamientos, ya que las secuelas tanto físicas como psicológicas después de superar el cáncer no te abandonan de un día para otro.

 

Y llegó el día

Y por fin el pasado 10 de marzo de 2022 Mónica, Bióloga y Asesora en Control Biológico, volvió a reincorporarse otra vez a su empresa…. Bienvenida Mónica, ¡¡te echábamos de menos!!

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