La lechuga (Lactuca sativa) es un importante cultivo en toda la cuenca mediterránea y la implementación de técnicas de control biológico sobre su cultivo contribuye ya no solo al control eficaz de las plagas, si no a incrementar los estándares de calidad sobre el cultivo, en un mercado cada vez más exigente y competitivo.
Pulgón y trips en lechuga
Pulgón y trips se definen como las principales plagas y de más difícil control en el cultivo de la lechuga, así como bastantes enfermedades que suelen afectas a las raíces de las plantas.
Hay varias especies de pulgón que pueden a atacar a la lechuga, pero sin duda alguna la más problemática y difícil de controlar es el pulgón rosado de la lechuga Nasonovia ribisnigri. Puede llegar a alcanzar grandes poblaciones en primavera y otoño, llegando a reducir considerablemente el valor comercial de la lechuga, ya que sus máximas poblaciones se producen justo antes del acogollado, cuando es muy difícil llegar con los tratamientos a las hojas jóvenes. Es en estas hojas donde se localiza el pulgón, al estar dentro del cogollo, se vuelve imposible utilizar la mayoría de las materias activas disponibles en el mercado, al estar el cultivo muy próximo a la recolección y por tanto incumplir los plazos de seguridad.
En el caso de los trips, la principal especie que ataca a la lechuga es Frankliniella occidentalis, que causa daños estéticos al picar los tejidos del cultivo para alimentarse, pero lo más peligroso del trips es la transmisión del virus del bronceado del tomate TSWV (Tomato Spotted Wilt Virus).
El control químico de estas plagas se hace sumamente difícil, primero por la escasez de materias activas, segundo porque las materias activas autorizadas cada vez son menos efectivas ya que las plagas han creado resistencia a las mismas y por último porque los tratamientos se realizan sobre la hoja, que es lo que se consume, por tanto hay que afinar mucho para no superar los LMR, es por ello cada vez es más imprescindible el control biológico de plagas.
Bankers: un modelo de biodiversidad
En una estrategia de control biológico se hace muy necesario e imprescindible un modelo de biodiversidad en el que haya una interacción entre especies vegetales, animales, insectos y microorganismos que establezcan un ecosistema sostenible y equilibrado entre cuyo fin principal es el mantener a raya los patógenos del cultivo.
Para ello, una de las principales prácticas agronómicas más recomendable es la implantación de otras especies vegetales seleccionadas y asociadas al cultivo. Estas otras especies vegetales serán plantas con floración abundante durante gran parte del cultivo, que hagan poca o ninguna competencia con el mismo por agua o nutrientes y cuya principal función es la de proporcionar refugio y alimento en sus flores a gran cantidad de insectos beneficiosos, tanto los que se encuentran en la parcela y alrededores (control biológico por conservación), como aquellos que el agricultor libere para aumentar su número y mejorar la eficacia del sistema.
Los pulgones son controlados por gran cantidad de enemigos naturales, tanto parasitoides como depredadores. Muchos de ellos aparecerán de forma espontánea sobre el cultivo contribuyendo en gran parte al control biológico de los pulgones, sin embargo, se hace necesario mejorar la eficiencia del sistema, para lo cual se hace recomendable el manejo del sistema bankers, ampliamente utilizado en otros muchos cultivos como hortícolas o frutales. Consiste en la plantación de líneas de cereal entre las líneas de cultivo sobre el que se liberan pulgones específicos de los cereales (principalmente la especie Rhopalosiphum padi), el cual nunca atacará al cultivo de la lechuga pero sin embargo se convierte en presa de estos enemigos naturales del pulgón, facilitando la instalación de los mismos antes de que aparezcan los pulgones dañinos del cultivo. De este modo conseguimos una alta población de insectos auxiliares buenos antes que aparezcan los malos (pulgón), con lo que se facilita muchísimo su control.
Entre los principales enemigos naturales del pulgón se encuentran Sírfidos como la especie Sphaerophoria rueppellii y Neurópteros como crisopas verdes, ambos eficaces depredadores. La liberación de ambos insectos sobre los líneos de cereal permitirá una rápida colonización del cultivo y control del pulgón.
Entre los depredadores de trips, el más eficaz sin duda alguna es Orius laevigatus, este Antocórido se mueve con soltura por todo el cultivo y busca eficazmente a su presa, aunque necesita flores para completar su ciclo biológico, de ahí la importancia de las plantas con flores asociadas al cultivo o setos. Estos setos sirven además para conservar el Orius durante los varios cultivos de lechuga que se suelen hacer seguidos, así con una buena instalación al principio, bastará con pequeños refuerzos entre posturas. La suelta de Orius se hace imprescindible para alcanzar un nivel poblacional alto sobre el cultivo y por tanto un mejor control del trips.
Trip-Soil, el depredador del trip en suelos
No obstante, el control del trips no llega a ser satisfactorio al 100 % solo con Orius, debido a que esta plaga se refugia en el suelo donde además pasa una parte muy importante de su vida y de su ciclo biológico (estadio de pupa), al que el Orius es incapaz de llegar. Es por eso que se hace imprescindible ampliar el control biológico también al suelo, para ello se realizan sueltas del ácaro depredador de suelos Macrocheles robustulus, el cual se alimenta de pupas de trips así como otros insectos que también pueden llegar en ocasiones a causar problemas al cultivo como son los esciáridos, cuyas larvas viven en el suelo alimentándose de raíces.
Una ventaja de este ácaro es que su instalación no depende del cultivo, por lo tanto, una vez se suelte en el primer ciclo de cultivo, ya se encuentra instalado para los posteriores del año.
Conín, aliado de las raíces
Otro problema cada vez más importante en el cultivo de la lechuga son las enfermedades de raíz, como los hongos parásitos que invaden la raíz de la planta, provocando el colapso y muerte de las mismas. Son distintas las enfermedades de raíz que pueden a atacar a la lechuga como son Fusarium, Pythium, Rhizoctonia, Sclerotinia…
Hay varios factores que pueden intervenir en la aparición de estas enfermedades como pueden ser excesos de riego, suelos pesados, transporte en aguas de riego… Pero uno de los factores que más influyen es la sucesión del mismo cultivo durante varios años, lo que se traduce en cansancio y fatiga del suelo.
Para evitar esta fatiga del suelo y por tanto la colonización del mismo por parte de estos hongos patógenos, es imprescindible repoblar estos suelos de microorganismos beneficiosos, que entren en competencia e incluso eliminen a los patógenos.
Unos los microorganismos más eficaces para la repoblación de suelos es el hongo Trichoderma harzianum, el cual, al entrar en simbiosis con las raíces de la lechuga evita la entrada de los hongos patógenos, entrando en competencia con los mismos por el espacio y los nutrientes. Además tiene un efecto de antibiosis sobre estos patógenos; las Trichodermas también tienen la capacidad de solubilizar nutrientes que se encuentran en forma no disponibles para las raíces y ponerlos a disposición de las mismas, por todo ello, tras su aplicación el efecto no será solo de protección de raíz, sino también de estimulante del crecimiento de las mismas y por tanto su enorme repercusión positiva sobre la planta y como consecuencia la producción.